lunes, 29 de noviembre de 2010

Antecedentes históricos

Durante toda la antigüedad, así como en la Edad Media, prevalecieron las teorías de Aristóteles acerca del movimiento. Aristóteles consideraba el movimiento como un cambio desde el reposo         que exigía una causa. Clasifica los movimientos en naturales y violentos.

Para Aristóteles el cosmos era una esfera extensa, pero finita, limitada por la esfera de las estrellas fijas. En el centro del cosmos estaba la Tierra, a la cual rodeaban las envolturas esféricas del aire, agua y fuego. En este universo cada tipo de cuerpo o sustancia tenía su lugar natural y un movimiento natural en relación a ese lugar, hacia el cual tendía a dirigirse en línea recta. Al encontrarse en ese lugar podía estar en reposo; esa era la razón por la que el fuego, cuyo lugar natural es arriba, parece ligero; mientras que la tierra, por el contrario, parece pesada, porque su lugar natural es abajo.

Por otra parte, según Aristóteles, todo movimiento violento para ser mantenido, necesita la acción continua de una fuerza; así, por ejemplo, si lanzamos verticalmente hacia arriba una piedra, alcanzará mayor o menor altura, pero siempre terminará por llegar al suelo, que es su lugar natural.

Aplicando el razonamiento aristotélico, un cuerpo debe caer con mayor rapidez cuanto más pesado sea, ya que es mayor su tendencia a moverse hacia el lugar que le corresponde (lugar natural).

Aunque Aristóteles fue muy discutido por Juan Filopón, en el siglo V, y Juan Buridán, en el siglo XIV, fue el físico italiano Galileo Galiley (1564-1642) quién demostró, en una serie de experiencias llevada a cabo en la torre de Pisa, que todos los cuerpos, sea cual sea su peso, caen con una misma velocidad (salvo pequeñas diferencias atribuibles a la resistencia del aire), y sentó  las bases de la Dinámica, que luego sería estructurada por Newton.

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